Tuesday, September 15, 2009

“Hell is a teenage girl”

Acabo de ver Jennifer’s Body, la nueva película de Diablo Cody y, cuando vi a Megan Fox interpretando a una porrista poseída por un demonio carnívoro, me acordé de mis amigas. No es que sean criaturas del inframundo que se alimentan de sangre humana (por lo menos, no todas) pero, a veces, si se comportan como engendros infernales. Bueno, honestamente: no SE comportan, NOS comportamos.

Es bien sabido que la amistad entre mujeres resulta… conflictiva. Basta con hablar con una de nosotras sobre el tema para escuchar anécdotas que le pondrían la piel chinita a cualquiera. Yo, por ejemplo, me considero una persona pacífica, y sólo una amiga cercana me ha logrado enfurecer hasta el punto de aventarle el libro más gordo de la habitación a la cara, (“El médico” de Noah Gordon, para ser más exacta). Esta es sólo una historia en una vida llena de amistades que, desde que tuve la capacidad de socializar, han estado marcadas por peleas a muerte. Las disputas usualmente se resuelven en un periodo (nótese la elección de la palabra periodo) de entre quince minutos y un año; pero mientras dura la guerra, todo se vale.

¿Por qué sucede esto? No estoy segura, pero creo que tiene que ver con que nuestras perversas e intrigosas cabecitas funcionan de manera similar. Por eso, volviendo a la película, la mejor amiga de Jennifer es la única verdaderamente capaz de reconocer su crueldad y detener la masacre. Puede ser que las mujeres nos odiemos intensamente pero, incluso en casos de posesión demoniaca (o de síndrome pre menstrual), nos entendemos.

PARA LOS HOMBRES: Cuando la chica con la que quieren quedar bien les pregunte ¿Viste cómo me veía esa perra?, contesten “Sí, pinche vieja”. Esa mirada despectiva fue real, aunque ustedes no hayan notado nada.

PARA LAS MUJERES: No estamos locas, somos complejas.

PARA MIS AMIGAS: Cuento con ustedes para atravesarme el corazón con una estaca si me convierto en demonio/vampiro/zorra traicionera. Acuérdense que las comparé con Megan Fox y por favor, por favor, por favor… no se enojen conmigo.

Ma. Cristina Alemán

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